Friday, November 23, 2012

Animitas hay

también a la vera de los caminos, caminos largos y sauces allí donde agua pasa.

“Queltehues” pero gordos y más gritones, molinos de viento nuevos y aherrumbrados para regar hay, más avestruces, dodóes negroblancopintos paseando, me gusta sus cielos abiertos, adornados con mi Orión, estrella Polar y Cruz del sur. Chivos barbudos y pelados hay, el mismo frío y el mismo calor.
Las mismas siembras y secanos, la rotación de los cultivos, las uvas bien derechitas, las bandadas de aves bailando, todo eso hay.
Sólo me faltan los espantapájaros, la gente a caballo de sus bicicletas y las conversaciones quedas.

Los obreros a pleno sol, la fibra óptica y todos con su celular, su “Airtime” vendido en cualquier quiosco, sólo que de wifi gratos ni hablar.
“Mi país es igualito –al contarlo se maravillan- hasta leones tenemos, pero sólo bajan de la montaña cuando el hielo les aleja la comida, jes seir”

Sí pues, estamos en el mismo paralelo y compartimos los aromos y espinos y cipreses y eucaliptos (con bellotas alargadas), la lavanda y la menta aprecian estas lluvias abundantes y este sofocante calor.
Los mismos obreros al sol achicharrados, el ejército de Salvación repartiendo viandas, pero ustedes son muchos más que nosotros y vuestro cociente riqueza/extrema pobreza es espantosamente mayor,
Yes my Lord!

Asimismo despreciamos ambos a nuestros vecinos bolivianos y somalíes con sus callejones de comida peruana y sus Somalilands amenazantes donde pasean erguidos barbudos descalzos con turbantes, oscuras túnicas ocultando sus mujeres, sus Chinatowns incomprensiblemente baratos, viniendo estos extranjeros vecinos y de lejos para deslomarse trabajando y trabajando.
Algunos pocos locales y misionarios los entienden, los apoyan y los aman.

Vivamus im Pacem

Sueños



Sueño que estamos en el sur, en una cabaña cálida, cerca del agua y anochece.
-Maga, descansemos, basta de s’émerveiller, mañana seguimos.
Cenamos la puesta del sol, me ocupo de las brasas y del bajativo.
Dormidos profundos, quizás tomados de la mano, tiembla. Tiembla fuerte, ahora.

-Maga, sal, destraba la puerta, ya voy.
Pero me quedo enredado en las sábanas y ya todo se mueve, se mece todo tan fuerte. Atrapado.
No puedo salir de la cama, ni ella escucharme. 
El ruido, todo baila, ni puedo acercarme a un pilar.
Angustia.

Despierto. Estamos pasando sobre esos ranurados del pavimento que remecen hasta los buses más fuertes, para despertar a los conductores. Lo consiguieron.
Es plena noche, estaba muy cómodamente apuntalado por dos asientos entre Beaufort West y Bloemfontein, plena sabana recta e interminable.

En el otro sueño, después, estaba rodeado por estos guerreros altos, afilados ellos y sus lanzas y sus jirafas y sus rinocerontes puntiagudos como un corvo, ellos examinándome.
Detrás, una vasta colección de sus mujeres, coloridas, semidesnudas unas, otras amamantando a esos críos tan lindos y sonrientes, siempre. Aquí la tengo, me digo, esta es la foto perfecta, buen balance de distancia, primer plano, luz rasante, guauu.

¿Qué hago? Se acercan.
Cruel dilema.
-         Si sonríes con calma, te pierdes la foto y cagaste.
-         Si desenfundo la cámara y hago los ajustes, podría ser, pero tengo tres segundos, a lo más.

O séea, -como dicen allá.
- Si sonrío, tengo un millón de amigos, pero cero foto.
- Si me sacan la cresta por mirón, ¿cómo publico la foto?

Monday, November 19, 2012

Cabo de Buena Esperanza
















Cape Town

 De lo poco que he visto y que me haya atrevido a mostrar, despues de todo lo daingerousa que era la custion, ahorita les cuento, cuando duerma un poco.




 .

El tren




























Largo, dos locomotoras, lento a morir, poco ocupado. Blancos pocos, todos marginales; los demás ocupantes originarios, elegantes. educados, desde el jefe del hasta hasta el cocinero/a.

Son curiosos, preguntan, sonríen, delgados los jóvenes, hay poca gorda de esas elefantiásicas. Críos juguetones inquietos con peinados imposibles se pasean sin ninguna restricción por el vagón.
Calor, conversa, se apea uno en cada estación, calma chicha y sueño. Perfecto.
Pasan anunciando cosas imposibles, mas ya saben que yo prefiero las morenas (cervezas) y me muestran las minas (diamantinas).

¿La salida de Johannesburgo?
Shantytowns, bidonvilles, villas miseria y suburbios fabriles. Lentamente un paisaje entre Los Vilos y Chillán, a veces marcados con esos hormigueros del Mato Grosso y el ganado Brahma, con un poco de Hereford y ovejas, chivos, caballos pastando, campos enormes sembrados y en barbecho. Todo familiar.
Noche. Todos duermen salvo los chiquillos y sus mamàs (pocos padres).

Warrenton, listo: cambié de pasillo fumador y encontré a Razeed, de Cape Town. Ofreció dejarme en el camping de Belleville, que encontré en Santiago pero no anoté su dirección y ahora imposible el acceso a internet: la útima wifi fue en Camp den Berg, a la salida del parque Kruger. Todo eso antecidido y predecido de la retahila de advertencias de lo daingerouz que es todo, incluyendo ciudades que ya me habín santificado.

Kimberley. Su lagoon llena de flamencos y su hoyo más grande del mundo de tanto sacar diamentes, comenta el gringo que vive allí. El resto de su plática es incomprensible y sólo sonrío y repito las últimas sílabas: funciona. Funciona a medias con una negra expansiva que al final me pide que le compre una cerveza -sólo atino a darle la que recién compré. Me aferro a los últimos rand que cambié.
¿Los precios? Aún con los debidos recargos por estar a bordo, todo sale más barato y sabroso que en mi Unimarc. La cena: un beef stew con "pap", una especie de puré blanco entre la chuchoca y la yuca, sabrosa, muy sabrosa. Ensalada y sidra fresca. La cuenta: 3 lucas.

Amanece. Le agradezco a Razeed que me haya invitado a su vagón. El mío se llenó de bochincheros buscando tequila.
Estepa, mesetas a lo lejos, pastos, ovejas y nubes, todo a lo lejos, muy abierto el espacio.

Hasta aquí llevaba contadas 3 bicicletas: se triplicó la cuenta, algunos campesinos, obreros agrícolas las usan, cerca de los pueblos. Pero sobre todo, gente caminando a buen tranco ¿Será que también las bicis son peligrosas?

Lainsburg, 1971: Razeed me muestra un gran cementerio, uno de tantos que veré, ordenados, aplilados otros, judíos, hermosos o tristes. Se rompió una gran represa y todo el pueblo muerió ahogado, salvo la familia del cura que tenía su casa en lo alto del cerro, sola.

Hace calor, en ciudad del Cabo dejó de llover. El jefe del tren me advierte que no ande allá solo.

Cuatro túneles y viñedos por doquier. Pasán súbito los guardias cerrando las persianas, el tran va lento expectante. Están quemando las viñas y tirando piedras al tren.

Vuelven los bidonvilles y hay grandes jacarandáes, bouganvillas y araucarias.

R

Birdslake

 Se trata de la cigueña que atraviesa el lago para buscar ramitas y hacer su nado al otro lado, salvo cuano los hipos se ponen demasiado ruidosos...






 Desde un avistadero de aves solitario, solo, solo.